La semana pasada hablé en el podcast de la profesionalización, de títulos como el TAPSD o el TCAE, y de por qué el cuidado es una profesión y no solo un acto de amor. Pero hoy, quiero que giremos el foco.
Hay una verdad incómoda que a nadie le gusta afrontar: Alguna vez en la vida, a todos nos llegará el momento de cuidar. Cuidar a nuestros padres, a un familiar con discapacidad, o a nuestra pareja. Y cuando ese momento llega, la pregunta no es si amamos lo suficiente, sino:
'¿Estamos realmente preparados?'
La respuesta, a menudo, es NO. Y es por eso que hoy no vamos a hablar del cuidado... vamos a hablar de quien cuida. Vamos a hablar del cuidador, ese pilar que sostiene todo el sistema y que, sin quererlo, se va quemando en el proceso.
Hablaremos del Síndrome del Cuidador Quemado, de las cargas emocionales, del aislamiento social y del agotamiento que, formal o informalmente, termina por pasarnos factura a todos. Y lo más importante: Hablaremos de la ley y de los recursos en Canarias que existen para protegernos cuando el amor, simplemente, no es suficiente.
Síntomas del "Burnout"
Es importante que el público sepa reconocer la sobrecarga, no solo física, sino también emocional y social.
- Físicos: Agotamiento crónico, dolores musculares, problemas de sueño, descuidos en la propia salud.
- Emocionales: Irritabilidad, tristeza, ansiedad, sentimiento de culpa o resentimiento hacia la persona cuidada.
- Sociales: Aislamiento, abandono de aficiones y relaciones sociales (el cuidador se encierra en el rol).
- Cita de Impacto: "Un cuidador agotado no puede ofrecer cuidados de calidad. Cuidarse a uno mismo no es un lujo, es una obligación ética con la persona que cuidas."
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